Ciudad de Panamá, 09 de mayo de 2017. “Tenemos una noticia buena y una noticia mala: la esperanza de vida aumentó para las mujeres, pero se ha reducido para las mujeres en las comarcas”. Con estas palabras Gerardo Alfaro, representante de OPS en Panamá, ilustró las inequidades en salud que fueron el centro de la Consulta Subregional “Construyendo sinergias para la Implementación de la Estrategia Mundial para la Salud de la Mujer, la Niñez y la Adolescencia en América Latina y el Caribe”.
A pesar de los avances en la reducción de la mortalidad materna e infantil en la región, las inequidades de género, económicas, étnicas y raciales constituyen ejes estructurantes de esa desigualdad social en América Latina entre y dentro de los países. “Esas inequidades con frecuencia no solo se suman, sino que se entrecruzan y se potencian”, recalca Andrés De Francisco, representante de la Organización Panamericana de la Salud en el Mecanismo Coordinador de la Estrategia Mundial en el contexto de América Latina y el Caribe.
El ministro de Salud Consejero de Panamá, Temístocles Díaz, amplió la visión y señaló que para poder garantizar la salud a toda la población, se debe atender no solo a la población en pobreza extrema sino también “a la población en riesgo que está fuera de la pobreza –medida en términos absoluto de ingreso- pero que realmente por sus condiciones de determinantes de salud o socioeconómicas se mantienen en un riesgo permanente”, señaló Díaz.
Pero América Latina y el Caribe no es una región homogénea ni es igual a otras zonas del mundo. Algunos países lograron alcanzar las metas de los Objetivos del Milenio (reducir mortalidad maternoinfantil), mientras que otros países aún no logran mejorar sus indicadores y poseen contextos específicos que pueden significar un revés en sus avances.
Además, “es necesario tomar en cuenta la diversidad cultural de la región y las poblaciones móviles”, señaló Emma Iriarte, representante del Banco Interamericano de Desarrollo en el Mecanismo Coordinador de la Estrategia Mundial de la Salud de la Mujer, la Niñez y la Adolescencia (SMNA). Nelson Guzmán, secretario general del Consejo de Ministros de Salud de Centroamérica, también recalcó que “migración y violencia también son determinantes sociales de salud” y que ambos son circunstancias importantes en América Central.
Saskia Carusi, oficial de la Oficina Regional del Fondo de las Naciones Unidas para la Prevención de Desastres, añadió que la vulnerabilidad geográfica a desastres naturales de la región se ve incrementada por la pobreza, la urbanización no planeada y la violencia y “durante un desastre, la probabilidad de morir de una mujer es 14 veces mayor que en los hombres”.
Por ello, Bremen de Mucio, representante de OPS, señaló que cada país debe establecer sus propias metas estadísticas. Ante las condiciones dispares entre los países, De Francisco señaló que “nuestra región se enfrenta al doble reto de: aumentar intervenciones efectivas, eficaces y basadas en evidencia; y diseñar e incorporar métodos que nos ayuden a movernos de sólo Sobrevivir a Prosperar y Transformar”.
Para ayudar a los países a formular recomendaciones para la adaptación e implementación de la Estrategia Mundial a nivel subregional y nacional en Centroamérica, las agencias que componen el Mecanismo Coordinador de la EM para la SMNA en América Latina y el Caribe convocaron a representantes de instituciones gubernamentales de salud, el Sistema de Integración Centroamericano, agencias multilaterales y organizaciones no gubernamentales.
Compromiso multilateral
Durante las mesas de trabajo para discutir los pilares de la Estrategia Mundial, los asistentes concluyeron que el éxito de los programas de atención sanitaria para la mujer, niñez y adolescencia no depende de un solo actor o sector. “La multisectorialidad es vital para alcanzar las metas en salud, es el eje central de las nuevas políticas”, señaló Luisa Brumana, Asesora Regional de Salud para UNICEF LACRO y miembro del Mecanismo de Coordinación de la Estrategia Mundial para la Salud de la Mujer, la Niñez y la Adolescencia en América Latina.
Brumana presentó las recomendaciones obtenidas en la Reunión de expertos en Trabajo Multisectorial para la Salud de MNA en América Latina y el Caribe. Los expertos recalcaron que la multisectorialidad requiere: un abordaje inclusivo; el liderazgo repartido entre varios sectores; toma de decisiones conjunta; y clara rendición de cuentas. Los asistentes de la consulta subregional centroamericana también recalcaron que la participación ciudadana y la auditoría social son elementos imprescindibles para la implementación de políticas públicas de salud con enfoque de equidad.
La creación de un pacto fiscal para “blindar” los fondos destinados a estas políticas fue otro elemento que se consideró importante para mejorar la resiliencia de los sistemas de salud, pues la inestabilidad del financiamiento puede significar un riesgo para la consecución de los objetivos. “Por ello las iniciativas de trabajo coordinado son importantes en un momento en el que los recursos son limitados”, indicó Neus Bernabeu, representante de UNFPA en el Mecanismo Coordinador de la Estrategia Mundial en el contexto de América Latina y el Caribe.
Esta consulta forma parte de la serie de reuniones para solicitar los puntos de vista de las subregiones de América Latina y el Caribe sobre la adaptación de la Estrategia Mundial para la Salud de la Mujer, la Niñez y la Adolescencia al contexto regional. La próxima reunión será la consulta en América del Sur y el Caribe.
El costo de no hacer nada
Los expertos señalaron que las mediciones del costo de la no inversión en salud de mujeres, niñez y adolescencia en la región deben fortalecerse pues aún se desconoce el impacto de la inacción. Sin embargo, ya con las cifras previas que se conocen y han sido desarrolladas por el Banco Mundial, se concluye que “combatir la desnutrición en todos los niños menores de 5 años en Latinoamérica costaría unos US$2.050 millones. Sin embargo, el costo de no combatirla oscila entre US$104.000 millones y US$174.000 millones (por mortalidad infantil, pérdida en la productividad por retardo en el crecimiento y pérdidas por enfermedades crónicas, entre otras causas)”, indicó De Francisco en su presentación.
Añadió: “La ecuación es simple: por cada dólar invertido en nutrición durante los primeros 1.000 días de vida de una persona, se obtienen US$30 en beneficios relacionados con la educación y la salud. Invertir en la nutrición de los niños, especialmente durante sus primeros mil días de vida, es rentable; y los gastos que implica son infinitamente menores que los costos de no hacer nada al respecto”.
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Acerca de la Estrategia Mundial para la Salud de la Mujer, la Niñez y la Adolescencia
Los tres objetivos generales de la Estrategia Mundial consisten en Sobrevivir, Prosperar y Transformar, para lograr que ninguna mujer, ningún niño y niña, y ningún adolescente correrán riesgo de muerte prevenible. Pero poner fin a la mortalidad prevenible solo es el comienzo: al contribuir a crear un entorno propicio para la salud, la Estrategia Mundial aspira a transformar las sociedades de manera que las mujeres, los niños y los adolescentes de todas partes puedan realizar sus derechos a alcanzar el grado más alto posible de salud y bienestar. Esto, a su vez, redundará en beneficios sociales, demográficos y económicos.
Acerca del Mecanismo Coordinador para las Américas y el Caribe de la Estrategia Mundial para la Mujer, la Niñez y la Adolescencia
Para apoyar a la región en la adaptación e implementación de la Estrategia Mundial para la Salud de la Mujer, la Niñez y la Adolescencia, se decidió transformar la iniciativa “Una Promesa Renovada para las Américas (APR LAC)” en el Mecanismo Coordinador de la Estrategia Mundial para América Latina y el Caribe. Las agencias que componen el Mecanismo Coordinador de la Estrategia Mundial para la Salud de la Mujer, la Niñez y la Adolescencia en el contexto de América Latina y el Caribe son: Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Banco Mundial, Fondo de Estados Unidos de Asistencia para el Desarrollo (USAID), Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), Fondo de las Naciones Unidas para la Población (UNFPA), la Organización Panamericana/Mundial para la Salud (OPS/OMS) y el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA).